sábado, 24 de septiembre de 2011

Clanes vampíricos: Strigoi


"Una venganza tan terrible sólo puede pagarse con otra venganza igual de terrible. Una eternidad de dolor debe retribuirse con otra eternidad de dolor."

Cuando los antiguos vampiros escaparon de la destrucción de Lahmia y huyeron hacia el norte, Uhsoran, el señor de las máscaras, se encontraba entre ellos. Se trataba del vampiro más poderoso y orgulloso, así que al poco tiempo desafió al resto de los vampiros por la supremacía. Sin embargo, estos se resistieron, y decidieron que ninguno de ellos volvería a gobernar sobre los demás de nuevo. Prefirieron dirigirse al norte y entonces dividirse, libres para elegir cada uno su propio camino. Uhsoran enfureció. Con un rencor profundo los rechazó, los maldijo y después partió.

Se puso al frente de unos pocos seguidores y se dirigió al oeste, hacia un pequeño reino humano. Strigos era el nombre de este reino situado al pie de las colinas más occidentales de las montañas del Fin del Mundo, allí donde el río Ciego desemboca en las llanuras. La capital de este reino era la gran ciudad amurallada conocida como Mourkain (que aparece en algunos mapas imperiales con el nombre de Morgheim). En cuestión de pocos siglos, los hijos del señor de las máscaras ocuparon posiciones relevantes en la ciudad, y Uhsoran se hizo con el poder absoluto del reino y gobernó sobre los habitantes de Strigos durante muchos siglos. Los humanos lo veneraban como una divinidad, de un modo que guardaba ciertas reminiscencias con el ancestral culto de la sangre en Lahmia. A unos pocos hombres, elegidos de entre la nobleza, se les concedió la vida eterna como vampiros, y formaron el grupo de los ministros más próximos a Uhsoran y los sumos sacerdotes de su culto. Una vez más, los sacrificios humanos se consumaron en noches sin lunas; pero Uhsoran y sus sacerdotes, sabiamente, supieron elegir sus víctimas de entre los enemigos capturados, los esclavos y los criminales, para que los habitantes de Strigos no se sintieran amenazados por sus terribles amos.

Pero gobernar en paz no era el destino de este clan vampírico. Cuando los ejércitos de Strigos libraron una batalla en el norte del reino, en la que rechazaron una incursión de uno de los reinos humanos vecinos, sobrevino el desastre. Desde más allá de las montañas del Fin del Mundo surgió una ingente horda de pielesverdes. Los orcos invasores arrasaron las llanuras de Strigos, aniquilaron las patrullas fronterizas y, poco después, asediaron Mourkain. Cuando Uhsoran, que se encontraba al frente de su ejército en las tierras del norte, tuvo noticias del ataque, se dirigió inmediatamente a defender su ciudad.

En la batalla de la llanura de la Ceniza, un reducido ejército de Stríganos se enfrentó contra una innumerable horda orca bajo las murallas de la ciudad. Tras una larga y cruenta lucha, los Stríganos fueron derrotados y tuvieron que replegarse desesperadamente hacia el interior de la ciudad. Cuando el poderoso chamán orco que estaba al frente de la horda vio que las puertas de la ciudad se abrían para que entrasen los restos del ejército, aprovechó la ocasión y lanzó un ataque general contra las defensas de la puerta. Un caudillo orco y el chamán, montados en serpientes aladas, cayeron sobre los humanos asediados en la entrada de la ciudad. En esas puertas se decidió el destino de Mourkain, ya que fue allí donde tuvo lugar el último intento de resistencia de Uhsoran. EL duelo entre los orcos y el señor de los vampiros fue épico pero, al final, el noble no muerto sucumbió ante los grandes poderes del chamán y fue destruido. Su grito agonizante todavía resuena por las noches en las siniestras ruinas de la ciudad de Mourkain. Después, los orcos se abalanzaron sobre la capital y destruyeron todo lo que se encontraba a su paso, matando o esclavizando a la población. Lo que una vez había sido un poderoso reino, acababa de ser barrido de la historia.

En la actualidad, a esta zona se la conoce como las tierras Yermas. Los pocos supervivientes que pudieron escapar a la devastación orca se han convertido en un grupo disperso de nómadas conocidos como Stríganos, que viajan por los reinos humanos en caravanas y malviven como pueden. Sus mitos y leyendas todavía recuerdan la edad dorada en la que "el rey no muerto" gobernaba la rica y próspera tierra de Strigos, y profetizan la llegada del día en que vuelva y guíe a su gente para reclamar su ancestral tierra y reconstruirla en todo su esplendor.

No todos los vampiros Strigoi fueron destruidos con Uhsoran. Algunos sobrevivieron y huyeron a los reinos humanos del norte. Como necesitaban ayuda, buscaron a otros de su clase y los encontraron en los bosques de Sylvania. No obstante, el orgulloso conde von Carstein todavía recordaba la rencorosa arrogancia de Uhsoran, y la traspasó a sus seguidores, a los persiguió como animales por el bosque.

Tras la sangrienta traición, los pocos Strigoi que quedaron se dispersaron por el Viejo Mundo. Siempre que encontraban a vampiros de otros clanes recibían el mismo tratamiento que el que los von Carstein les dispensaron; de modo que los vampiros Strigoi tuvieron que ocultarse de los de su propia especie y comenzaron una vida de carroñeros en los límites de la sociedad humana. Desde la oscuridad de cunetas, bosques y edificios abandonados espiaban a las Lahmia y los von Carstein en los bailes y banquetes de la aristocracia. Su belleza, nobleza y opulencia hacía recordar a los Strigoi todo lo que habían perdido, por lo que el odio y la envidia comenzaron a devorar sus mentes. También comenzaron a tener el mismo sentimiento hacia los marciales vampiros Dragón Sangriento y hacia los místicos Necrarcas; que, a cambio, les trataban respectivamente como a un enemigo al que destruir en un duelo o como un especimen interesante que diseccionar en sus laboratorios.

Los Strigoi lentamente se transformaron en criaturas desesperadas, odiadas tanto por los vivos como por los vampiros. En su desolación, muchos de ellos se volvieron completamente locos y se convirtieron en seres solitarios, criaturas patéticas temerosas de alimentarse de los humanos por miedo a atraer la atención de los cazadores de brujas, o incluso peor, de otros vampiros. Por esa razón se escondieron en los cementerios, donde desenterraban cadáveres recientes para alimentarse con su sangre fría y donde podían ocultarse de la luz del día en las húmedas criptas y en las alcantarillas cerca de donde se alimentaban. Su apariencia física pronto comenzó a reflejar su miserable condición a medida que iban degenerando hasta convertirse en grotescas monstruosidades encorvadas. Los rasgos más bestiales de su raza fueron los únicos en prevalecer, y erradicaron cualquier rasgo de apariencia humana.

Aunque la mayoría de ellos ha degenerado hasta volverse locos, poseen aún muchos de los poderes innatos que tienen todos los vampiros. Su autoridad sobre los muertos vivientes y sobre multitud de criaturas nocturnas es aún fuerte. No han perdido el poder de levantar a los muertos de sus tumbas y someterlos a su voluntad, aunque lo hacen de forma instintiva.

Manadas de necrófagos carroñeros se ven atraídas hacia estas criaturas solitarias y, a menudo, forman grotescas cortes a su alrededor. Los saqueadores de tumbas y aquellos hombres viles que viven de los despojos de las batallas y del saqueo de cadáveres han aprendido demasiado bien que deben llevar a cabo estos actos antes de que caiga la noche. Con la llegada de la oscuridad, diferentes tipos de carroñeros aparecen siempre en estos lugares de muerte: manadas de necrófagos liderados por enormes, rápidos y mortíferos cazadores nocturnos, los vampiros Strigoi. No es de extrañar que los habitantes del Viejo Mundo se refieran a ellos como los Reyes de los necrófagos.

La misma gente supersticiosa que dice tales cosas acusa a los errantes stríganos de estar en contacto con esas peligrosas criaturas, y de venerarlas y servirlas. Se dice que los nómadas a veces raptan niños para dárselos como ofrenda a los Reyes necrófagos, en una especie de parodia de los rituales de la antigua Strigos. Otros aseguran que los stríganos ayudan a los vampiros Strigoi a trasladarse de una ciudad a otra en sus caravanas, con lo que contribuyen a extender su maligna plaga. Esos rumores normalmente resultan falsos y han sido la causa de que los stríganos sean a menudo perseguidos, repudiados e, incluso, aniquilados.

Los vampiros strigoi son escasos y se encuentran en su mayoría en las provincias más al sur del Imperio, en Tilea y en los reinos fronterizos. Parecen verse impelidos a dirigirse hacia las tierras Yermas, el antiguo Strigos. A veces, poderosos vampiros Strigoi forman un vasto ejército de muertos vivientes y se dirigen hacia el sur en un intento desesperado de recrear el reino que una vez fue suyo y que han perdido; pero siempre se les ha podido detener. Por lo menos, hasta ahora...

2 comentarios:

  1. La hisotira del clan strigos siempre me ha parecido la mejor. Desde luego a nivel literario los vampiros y los bretonianos tienen el trasfondo mas bonito y fácil de recrear...

    Gracias por subirlo.

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  2. ¡De nada, para eso estoy!

    La verdad es que la aparición de los Strigoi en 6ª le dio bastante más color a los vampiros, eran algo sustancialmente diferente.

    ¡Un saludo!

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